Un frase que se repite en muchos espacios sociales y políticos en Colombia es: ¡No polaricen! A lo que apunta esta frase es a una despolitización de todas las demandas sociales, es una especie de ¡No politicen!. Lo que causa cierta sorpresa es que hasta el presidente de un país que ha sido elegido por mecanismos políticos durante unas elecciones también lo repita, como sí su lugar no fuera el producto de la política y de esa politización, a no ser que él piense como muchos en la actualidad que la política no es una cuestión de politización sino el producto de actos técnicos y racionales.
Zuleta en un bello texto contesta que frente a esos antagonismos sociales lo mejor es su elogio a la dificultad,en ese texto Zuleta (2019) escribe:
El atractivo terrible que poseen las formaciones colectivas que se embriagan con la promesa de un comunidad humana no problemática, basada en una palabra infalible, consiste en que se suprimen la indecisión y la duda, la necesidad de pensar en sí mismo, otorgan a sus miembros una identidad exaltada por participación, separan un interior bueno, el grupo, y un exterior amenazador. Así como se ahorra sin duda la angustia, se distribuye mágicamente la ambivalencia en un amor por lo propio y un odio por lo extraño y se produce la más grande simplificación de la vida, la más espantosa facilidad. Y cuando digo aquí facilidad, no ignoro ni olvido que precisamente este tipo de formaciones colectivas se caracterizan por una inaudita capacidad de entrega y sacrificios; que sus miembros aceptan y desean el heroísmo, cuando no aspiran a la palma del martirio. Facilidad, sin embargo , porque lo que el hombre teme por encima de todo no es la muerte y el sufrimiento, en los que tantas veces se refugia, sino la angustia que genera la necesidad de ponerse en cuestión, de combinar el entusiasmos y la crítica, el amor y el respeto (p.15)
En esta frase de Zuleta se plantea a que conduce evitar la angustia por una ilusión fácil y armónica de las relaciones con el otro, existe un antagonismo social. Para Marchart (2009) por ejemplo, la categoría de “antagonismo" en Laclau hace referencia a una de diferencia ontológica: “noción que simultáneamente apunta hacia el abismo del (no) fundamento" (p. 80). este antagonismo “jamás puede ser borrada del todo por ninguna objetividad o sistematicidad y, por consiguiente, es en sí misma necesaria" (Marchart, 2008, p.84). En este punto del antagonismo social se entra en el campo de la filosofía política posfundacional, los cuales una de las referencias importantes es el psicoanálisis lacaniano entre otros saberes, y sirve para pensar que no hay fundamento o esencia de lo social, y lo que se presenta en un antagonismo frente a esa imposibilidad, o frente a lo contingente de lo social. Acá el antagonismo es lo que en el psicoanálisis lacaniano sería lo real (Alemán, 2009), o lo real político.
Žižek (2008) en “En defensa de la intolerancia" plantea que las políticas de derechas han retornado desde la Pospolítica", y allí el problema no es la polarización sino no saber qué hacer con ella, con el antagonismo social, con esa dificultad de vivir, de constituir una realidad social con un otro como prójimo, en vez de eso huimos hacía un paraíso armónico ideal e ilusorio, donde el otro no moleste, ni incomode, es decir, que no exista, o que lo haga sólo para satisfacernos.
La pospolítica en la despolitización lo que muestra es un goce que pretende un acceso directo al objeto, para estas pospolíticas lo que impide el acceso directo a ese goce son las políticas y sus políticos, es ahí donde se ubican los pospolíticos, en esa despolitización de todo se colocan en el lugar del ciudadano común pero exitoso, el vecino rico del barrio que sabe como acceder a ese goce directamente, el que tiene la clave, por eso es cada vez más común elegir empresarios, esos que sí saben gozar, ya que no sólo saben hacer dinero sino que pueden gozar con ese dinero y mostrarlo en la redes sociales gracias a sus fiestas en yates y sitios exóticos. Acá lo importante es el personaje, ese que está investido como “el que goza".
Para Mouffle las nuevas formas de la derecha (2009) reemplazan la discusión política democrática por un señalamiento moral, donde el adversario se convierte en un enemigo dond eno e sposible ninguna discusión con el otro sino su eliminación.
Es por esto que la condena moral reemplaza la lucha política, y la estrategia consiste en la construcción de un cordón sanitario para poner en cuarentena a los sectores afectados. En lo que respeta a los partidos populistas de derecha, esta estrategia es generalmente contraproducente ya que, como hemos visto, su atractivo a menudo se vincula a su retórica anti establishment, por lo que su exclusión por parte de las élites gobernantes sirve para reforzar su imagen opositora(p.81- 82).
Una forma de negar el antagonismo fue reemplazarlos por señalamientos morales, en Colombia esa discusión se ha circunscrito a que los candidatos de partidos políticos de izquierda son ubicados como guerrilleros que a su vez son asociados a terroristas, una vez ubicados allí no hay posibilidad de establecer un diálogo como adversarios políticos, su único lugar es de enemigos que no merecen ser reconocidos. En esta pospolítica no hay lucha de clases, ni izquierda ni derecha, no hay sujetos políticos, sólo individuos convenientes que creen que la política es un asunto que se puede tramitar desde una racionalidad eficiente “Estado como una empresa" donde se tienen que producir los mayores rendimientos, haciendo desaparecer la política con la excusa que son “burocráticas y corruptas". Paradójicamente en los últimos años hemos asistido a una alianza corrupta entre las empresas privadas y los gobiernos
Así que el retorno de lo político en Colombia en vez de analizarse como un síntoma lo que se ha hecho es volverlo a negar,
“En la mesa no se puede hablar de fútbol, política o religión"
Esta frase que se decía en muchos espacios sociales sobre todo en los familiares conducía a una sola cosa: cállese y deje las cosas como están, es decir, esta frase mostraba una despolitización disfrazada de “buenas costumbres", es decir que en Colombia la despolitización siempre existió, lo cual llevó a que la frase “todos son iguales" se convertiría en una resignación colectiva, algo similar ocurre con la frase “no creo en el amor", acá amor y política conducen a vínculos que rechazan el acto amoroso como el acto político, a la frase sobre no halar de fútbol, política y religión también se le podría añadir tampoco de amor o de cualquier pasión o afecto humano, ya que involucra sujetos y sus subjetividades, y de eso es mejor no saber.
¿Qué será eso que no se quiere hablar del sujeto?, la respuesta es su diferencia radical, y esa es toda al cuestión de la pospolítica, creyendo que todo se puede resolver desde un una racionalidad negociada económico-tecnológico-empresaral, donde lo social, cultural y demás se tiene que adaptar a esa racionalidad que en últimas niega al sujeto y su singularidad diferencial.
El problema de la política es que tiene que dar respuesta a lo real del vacío político, al antagonismo que surge de ese real, así que se tienen que establecer acuerdos, pactos, desde la política, pero los acuerdos perfectos no existen, pero son el principio de reconocernos en nuestras diferencias, para el psicoanálisis lacaniano estas diferencias apunta a una diferencia radical del sujeto que es incompatible no sólo consigo mismo sino la ilusión de fusionarse con un otro, esto trae que el otro sea sentido como amenazante para ese intento de plenitud y unidad individual, pero o que esconde eso es la misma imposibilidad de fusionarse no sólo con el otro sino consigo mismo, de ahí que el antagonismo social muestra no sólo una diferencia con el otro sino consigo mismo, con ese ideal que nunca puede alcanzar de unidad individual.
Las políticas pospolíticas son un intento de cambiar todo para no cambiar nada, y así se han vendido los políticos desde Berlusconi en Italia, pasando por Trump o Bolsonaro en Estados Unidos y Brasil, en cada país van surgiendo personajes que trasgreden la política para negar lo político. Estos personajes se ubican en un lugar donde muchxs se identifican ya que las nuevas formas de subjetividad surgidas gracias a la individualización capitalista neoliberal los ubica como apolíticos.
Hay que apostar por una politización de los espacios sociales para elaborar un saber hacer sobre el antagonismo y lo real de lo político, no se puede abandonar esa apuesta y así dejar que esos lugres sean cubiertos por una pospolítica que trata de negar lo real de lo político, pero sabemos desde el psicoanálisis que aquello que no se elabora en lo simbólico (la política) retorna desde lo real (lo político). Así que hoy asistimos a lo peor de esa negación política, convirtiendo el antagonismo social en algo no elaborable sino en una guerra sin fin.
Por: Jairo Gallo Acosta
Profesor Universidad Cooperativa de Colombia
Referencias
Aleman, J. (2009). Para una izquierda lacaniana.Intervenciones y texto: Gramma.
Mouffle, C. (2009). El “fin de la política" y el desafío del populismo de derecha, en: Panizza, F. (compilador). El populismo como espejo de la democracia: Fondo de Cultura Económica. Páginas 71-96.
Marchart, O. (2009). El pensamiento político posfundacional: la diferencia política en Nancy, Lefort, Badiou y Laclau: Fondo de Cultura Económica.
Marchart, O. (2008). La política y la diferencia ontológica, en: Critchley, Simon y Marchart, Oliver (comp.), Laclau: aproximaciones críticas a su obra: Fondo de Cultura Económica. Páginas 77-97
Žižek, S. (2008). En defensa de la intolerancia: Sequitur
. Elogio a la dificultad y otros ensayos: Ariel