Para empezar, la fragmentación de nuestro tiempo, limita nuestras capacidades humanas. Las figuras de sombras y luces que se divisan al final de la caverna socrática, nos mantienen en una simulación permanente en los juegos del poder. Somos inconscientes de la autodestrucción de la creatividad, que disminuye cada día, las comisuras de nuestro ser.
En este sentido, vivimos en un mundo de ceguera permanente, que desactiva todos nuestros sistemas creativos, porque los entramados de poder permean toda nuestra vida, trayendo como consecuencia, la utilización de dicha vida, como vehículo, para la servidumbre de la vil ignorancia, en un mundo donde la voz del mercado funge como el gran soberano Leviatán.
Sin embargo, la creatividad es sinónimo de pensamiento crítico; punto de quiebre y desestabilizador de los planes de las elites del poder. Porque los vestigios creativos del sentir humano están inherente a la condición existencial de la humanidad.
Tal vez, no tengamos contacto directo con las musas griegas, pero, tenemos un universo que está lleno de misterios por descubrir; las posibilidades son infinitas, para aportar desde nuestra cotidianidad a las soluciones de los problemas de nuestros tiempos, ya que, esto sería un aporte sustancial para construir un mundo mejor.
Por tal razón, Vygotsky consideraba la creatividad, como una actividad mental compleja, que va más allá de la reproducción y registro de la información, porque nuestro cerebro genera mayor sinapsis, cuando desplegamos toda la capacidad creadora en función de responder a las dificultades que se aparecen dentro de nuestro trasegar por la vida.
Por ejemplo, recordemos en las bóvedas del pasado de la infancia, cuando solo cuatro metros de baldosas se convertían en un mundo para extender las alas, la libertad se sentía tan profunda como la brisa que trae el océano en tiempo de verano. Aunque, temo que esas alas estén marchitas en el mar Icaria. Recordemos que amar la realidad, también constituye sufrir por la realidad, pero, la creatividad nos conduce a la autorrealización, enfocando el camino que debemos seguir.
En consecuencia, la creatividad es una capacidad innata de todo ser humano, solo que, necesita ser desarrollada, para que no se debilite y se marchite en la indiferencia del olvido, ya que, los vórtices de potencialidades, abundan como lagunas cristalinas, en un complejo ecosistema que permiten la realización de los proyectos de vida.
Para concluir, la creatividad, supera la codificación del conocimiento, es la ruta de la formación del razonamiento abstracto, genera nuevas posibilidades en la búsqueda de soluciones a las dificultades de nuestros tiempos, pero también, es la llave que nos conduce a la cúspide del saber.
Referencias
Vygotsky, L. (1990). Imaginación y creatividad en la infancia. Soviet Psychology, 84-96.
Autor: Freimar Smith Tirado
Valdiris
Estudiante de noveno semestre de Derecho, Campus Montería.