El acto de dormir históricamente ha sido un fenómeno enigmático. En la antigua civilización griega se creía que el dios Hipnos, el cual era la personificación del sueño, posibilitaba a los seres humanos entrar en un estado parecido a la muerte y que usualmente se realizaba en las noches, por ello en los relatos griegos se dice que su madre era Nix (la noche) y su hermano Tánatos (la muerte). Posteriormente, se narra que en aquella época el dios Hipnos tuvo cerca de mil hijos de los cuales el más popular es Morfeo, el cual era el encargado de darle forma y contenido animado a los sueños de los seres humanos.
La ciencia no se queda atrás. Los primeros estudios realizados por científicos consideraron inicialmente que el dormir era un acto pasivo donde no ocurría aparentemente nada, para luego entender que cuando los seres humanos duermen existe un estado de conciencia dinámico gracias a la actividad cerebral que es incluso tan activa como cuando estamos en estado de vigilia. De esta manera, se encuentra que durante el periodo en el que dormimos acontecen procesos biológicos y mentales que influyen de manera sorprendente en nuestra vida diaria.
¿Por qué dormimos?
La mayoría de las investigaciones realizadas para la comprensión de los procesos que se activan cuando dormimos, indican los siguientes aspectos:
• Durante el sueño reestablecemos y conservamos energía.
• Regulamos y restauramos la actividad cerebral.
• Regulamos la actividad metabólica y endocrina.
• Se activa el sistema inmunológico.
• Se consolida la memoria y el aprendizaje.
Como se puede observar, son múltiples las acciones que se potencializan y consolidan cuando se duerme. Los procesos de memoria y aprendizaje puntualmente son elementos centrales cuando las personas están en etapa productiva, es decir, cuando se encuentran en procesos académicos y laborales que demandan energía mental y física. Es así, que durante el acto de dormir ocurre una reorganización neuronal donde se almacena lo significativo y se desecha lo que no fue relevante durante el día, posibilitando el buen funcionamiento y equilibrio cerebral para su posterior funcionamiento durante la vigilia.
¿Qué ocurre si no dormimos bien?
Existen diversas implicaciones cuando de manera consecutiva se tienen dificultades a la hora de establecer hábitos saludables para el cuidado del sueño, a continuación, se describen las más frecuentes:
• Se pueden presentar alteraciones del estado del ánimo (irritabilidad, desorientación, enojo, frustración, entre otros.).
• Disminución en el rendimiento intelectual (dificultades de concentración y utilización de la memoria).
• Disminución en los reflejos (aumento en el tiempo de reacción: lo cual favorece el riesgo de accidentes de tránsito, domésticos y laborales).
• Pueden aparecer trastornos del sueño: insomnios, apnea del sueño, narcolepsia, sonambulismo, entre otros.
Ahora bien, es importante mencionar que durante la actual contingencia sanitaria muchas personas se han visto obligadas a cambiar sus hábitos, por ello muchas de las rutinas que se tenían establecidas se han ido modificando ocasionando generalmente algunos problemas relacionados con los hábitos al momento de dormir.
Recomendaciones y hábitos saludables para el cuidado del sueño:
• Establecer en la medida de lo posible un horario fijo para acostarse y levantarse. En este momento de contingencia es importante generar una sensación de normalidad en nuestras rutinas.
• Evitar la exposición a la luz artificial que emiten los dispositivos electrónicos al menos una hora antes de dormir.
• Disminuir las búsquedas de información sobre la pandemia, la sobreinformación nos puede ocasionar ansiedad.
• Evitar acostarse si se siente estresado, ansioso, enojado o preocupado. Trata de hablar con alguien y expresar cómo te sientes o escribe tus preocupaciones, así despejarás tu mente y estarás más dispuesto a descansar.
• Si se realizan siestas lo recomendable es no sobrepasar los treinta minutos.
• No consumir alimentos pesados antes de dormir.
• Evitar consumir alcohol, cigarrillo, bebidas gaseosas y energizantes cuatro horas antes de dormir.
• Evita hacer actividad física de alto impacto antes de dormir.
• Medita, lee un libro o escucha música para ayudar a conciliar el sueño.
Finalmente, es de vital importancia considerar que factores como la edad, el ambiente, la cultura, los hábitos alimenticios, entre otros aspectos, influirán notablemente en la forma como cada organismo se adapta a circunstancias nuevas, por ello se hace extensiva la invitación a que cada uno de nosotros identifique qué recomendaciones son más útiles y apropiadas para nuestras particularidades y no menos importante para nuestra salud mental.
Referencias
Merino Andréu, M; Álvarez Ruiz de Larrinaga, A; Madrid Pérez, J; Martínez Martínez, M; Puertas Cuesta, F; Asencio Guerra, A; Romero Santo-Tomás, O; Jurado Luque, M; Segarra Isern, F; Canet Sanz, T; Giménez Rodríguez, P; Terán Santos, J; Alonso Álvarez, M; García Borreguero, D; Barriuso Esteban, B. (2016, octubre). Sueño saludable: evidencias y guías de actuación. Documento oficial de la Sociedad Española de Sueño. Revista de Neurología. Recuperado de https://ses.org.es/docs/rev-neurologia2016.pdf
MAYORES INFORMES
María Camila Pérez Ceballos
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AUTORES
María Camila Pérez Ceballos
Instructora de desarrollo social - Bienestar Universitario | Medellín
Psicóloga