Para empezar, ¿Quién ha escuchado las voces de los pasillos sobre la biblioteca? No me refiero a cuestiones de ultratumba, en cambio, tan pronto cuando inicien estas palabras, una pequeña estantería de libros me observa. Una y otra vez, los libros extienden sus hojas para abrigarme con su fuego de conocimiento, porque, aunque suspire con esa levedad que caracteriza la mente humana, no dejo de conmoverme cuando camino por los pasillos de una gran biblioteca.
En efecto, me preocupa que exista en las ciudades más establecimientos de comercios por metro cuadrado que bibliotecas; predomina una pequeña desconexión sensitiva respecto a los temas culturales, limitando directamente el corpus epistemológico de las sociedades. ¿No se dan cuenta o son indiferentes que desde la antigüedad, que las bibliotecas se han destacado por ser el epicentro del conocimiento?
Porque las bibliotecas son los espejos de las sociedades y determinan el grado cultural de las mismas. Son como la gota que cae y forma un océano. Las bibliotecas son los ejes del saber en las sociedades, su nicho de protección intelectual permite que la voz soberana del pueblo sea más determinante a la hora de tomar decisiones de interés social.
Conviene subrayar, que los servicios de la biblioteca deben apuntar a la integración de hábitos de lectura, fomentación de pensamiento creativo, visibilizar manifestaciones culturales y establecimientos de rutas de consolidación para que la comunidad tenga dinámica en las actividades culturales, porque todos estos elementos son fundamentales para aportar a la identidad social.
Por tal razón, la UNESCO y la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias- IFILA, reconocen en el Manifiesto de las Bibliotecas Públicas, los pilares fundamentales que tienen las bibliotecas por ser ejes de la cultura, educación, e inclusión, además, son esenciales para el bienestar y la paz. Este manifiesto nació en 1949 y se ha transformado a través de los años, constituyéndose como una defensa al cuidado de las bibliotecas.
Las bibliotecas se resisten a claudicar a la era de las tecnologías y más ante las inteligencias artificiales que generan metadatos al instante, pero no llegan a generar muchos estímulos neurológicos como lo puede causar el sentir de las voces de una biblioteca. Una hoja de papel en un libro es completamente una intimidad neurológica.
Para finalizar, las bibliotecas no pueden convertirse en las necrópolis del saber, en cambio, deben ser el epicentro cultural, la vena constante de la neurología social y cultural, porque de ella emana toda fuente de saber.
Referencias:
IFLA-UNESCO. (2022). El Manifiesto de las Bibliotecas Públicas. Obtenido de https://www.unesco.org/es/articles/el-manifiesto-de-las-bibliotecas-publicas-actualizado-al-2022-genera-un-impacto-mundial-y-nacional
Autor: Freimar Smith Tirado Valdiris
Estudiante de X semestre de Derecho. UCC, Campus Montería